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La verdad monda y lironda

JORGE SALAZAR-CARRILLO


Cuando inicié mi ininterrumpida lucha contra la tiranía castrista y castrense de Cuba, escribí un artículo leído desde Radio Swan, evaluando el desastre de la economía cubana ya en 1960. En esa época me llamaban el benjamín de los economistas cubanos. A este le siguió otro en que ilustraba la importancia del capital humano (más que el físico) y estimaba que nuestra isla había perdido $27,000 millones por la fuga obligada de cerebros producida por el comunismo. La riqueza profesional cubana se efectivó por todo el mundo, y solamente aquellos que en los primeros dos años fueron obligados a partir tendrían un valor capitalizado presente de $150,000 millones y hoy están regados por los Estados Unidos y el mundo. (Hay un cubano emprendedor debajo de cada piedra.)

A pesar de que algunos se olvidaron de sus iniciales críticas económicas basadas en la mendacidad de los datos cubanos, la temprana crisis de la alimentación, la salud, la educación (¡de todo!), me dejó claro que el régimen estaba condenado al fracaso. El resto de la historia ya es conocido. Como se conocía también en todos los regímenes comunistas existentes en ese momento. Se estableció el racionamiento. Se desplomó la producción. El gobierno castrocastrense se hizo dueño de todo. Inclusive comunistas chilenos que yo conocí en 1959, cuando forjaba mis pininos de economista (como Jacques Chonchol, luego ministro de Agricultura de Allende), criticaron el gigantismo de la reforma agraria cubana, en que se crearon enormes granjas del estado y nunca se repartió la tierra a los guajiros.

¿Y qué del embargo americano, la excusa de rigor? ¿Qué embargo americano? Cuba continuó comprando abiertamente productos estadounidenses a través de todos los demás países del mundo con filiales y subsidiarias americanas (prácticamente todas las naciones del globo), pero principalmente Canadá, España, el resto de Europa y la América Latina. ¡Y con créditos! Este enjuague continuó hasta la Ley para la Democracia en Cuba del senador Torricelli en 1992. Desde entonces sucede lo mismo, lo único que subrepticiamente. ¡Los aire acondicionados de los hoteles de Cuba se compraron en Miami! (Esto es vox populi.) Y las remesas, ayudas y pagos provenientes de Estados Unidos ascienden a $3,000 millones anuales.

Los países occidentales nunca le han dejado de prestar (regalar) a Cuba y lo siguen haciendo. Vide la desvergüenza del reciente espectáculo del gobierno español refinanciando la impagable deuda cubana con la ''madre patria'', que todos los años crece más de $600 millones. Suecia, que ahora es de los países europeos que están más claros, era el partenaire de desarrollo cubano en la década de 1970, hundiendo en la fosa de Bartlett (la más profunda del mundo) cientos de millones de dólares. Para no hablar del ''Plan Marshall'' del bloque soviético, de mucho más de $120,000 millones a precios de entonces. Hasta a Agostinho Neto le sacaron las lascas con la guerrita de Angola.

Los mayores descaros surgieron en los años 1980. A algún desalmado se le ocurrió el dormir a los europeos con el cuento de los mercados campesinos, la primera (estreñida) ley de inversión extranjera y, en fin, la aparente perestroika cubana. Todo eso para conseguir préstamos por más de $5,000 millones de los europeos y latinoamericanos (a Alfonsín, como dicen los che, le vendieron una culebra) y nunca pagárselos. Prometieron (esto es en serio) generar exportaciones industriales por $1,000 millones anuales para la segunda mitad de esa década. A los soviéticos les tomaban el pelo con la ''bicicleta cubana'': comprar azúcar (que no produzco) en los mercados mundiales a 10 centavos, vendérsela a los bolos (rusos) por 40, conseguir a cambio petróleo a 5 centavos el galón y venderlo por muchas veces eso a los occidentales. Durante esta década dorada hubo años en que Cuba generó un mayor valor de exportaciones petroleras que azucareras.

¡Ese fue de verdad el período especial! Ahora Cuba está viviendo el período normal. Del país recordista como picador del mundo, ahora es sólo uno de los grandes pícaros. Haciéndoles cuentos a Chávez, a los europeos, a los latinoamericanos, a los canadienses, a los japoneses, a los chinos, a los israelíes y hasta a los agricultores que todos los contribuyentes americanos subsidiamos.

¿Es todo esto el embargo que ha hundido a Cuba en el mar? No way. Es el comunismo castrocastrense.


Miami Herald
Publicado el jueves 18 de octubre del 2007



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