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SEGUNDA INVASIÓN CUBANA

Por Emma Brossard


La primera invasión cubana a Venezuela ocurrió en los años 60, cuando las guerrillas castristas desembarcaban en alejadas playas y se internaban por las montañas, asaltando poblaciones, asesinando a miles de hombres, mujeres y niños. Castro había decidido derrocar al presidente Rómulo Betancourt, elegido democráticamente en 1958.

Las primeras armas soviéticas llegaron a Cuba en 1960 y Castro anunció en octubre de ese año que ya contaba con una milicia de 250.000 hombres, con equipo y armas del bloque comunista. Castro lanzó su invasión a Venezuela matando a policías, guardias nacionales, asaltando aviones comerciales, el barco Anzoátegui, robando bancos, quemando fábricas americanas, dinamitando oleoductos y plantas eléctricas. Mató a mujeres y niños en el tren El Encanto en septiembre de 1963. A los cubanos se le unieron guerrilleros venezolanos (varios de los cuales están ahora en el gobierno de Chávez), pero fueron vistos como extranjeros y nunca lograron apoyo popular. La revolución cubana fue diseñada como producto de exportación y Cuba se convirtió en punta de lanza de la estrategia soviética de comunizar a América Latina.

En noviembre de 1963, el gobierno de Betancourt presentó a la OEA pruebas contra Castro y Cuba, al descubrir cuatro toneladas de armas extranjeras en la costa noroeste de Venezuela. La OEA procedió a investigar y en julio de 1964 declaró a Cuba "culpable de agresión e intervención en asuntos venezolanos”. Cuba fue expulsada de la OEA (sigue fuera) y sus miembros, con la excepción de México, rompieron relaciones diplomáticas y comerciales con Castro.

Como Castro seguía enviando guerrilleros a Venezuela, en 1967 el gobierno de Raúl Leoni acudió de nuevo a la OEA y los ministros del Exterior del organismo otra vez confirmaron las acusaciones venezolanas sobre la invasión cubana. Fue Rafael Caldera quien al llegar a la presidencia en 1969 perdonó a los guerrilleros. Y fue el mismo Caldera quien en 1994 ordenó soltar al golpista Hugo Chávez de la cárcel.

La segunda invasión cubana avanza hoy con igual propósito: establecer una dictadura marxista en Venezuela. La diferencia es que ahora goza del total apoyo del gobierno venezolano. Castro no sólo quiere asegurar el abastecimiento de 53.000 barriles de petróleo diarios a Cuba, bajo el acuerdo firmado en octubre de 2000, sino también pasar la antorcha comunista a su más destacado discípulo, Hugo Chávez.

“El mar de la felicidad cubana” ya se refleja en Venezuela con la caída del 29% del PIB, el desempleo alcanza 25%, una contracción en la compra de alimentos de 23% y 200 mil niños abandonados. La venta de dólares fue suspendida el 21 de enero y el control de cambios fue impuesto a partir del 5 de febrero. Esta ha sido la más efectiva arma del gobierno de Chávez en la destrucción del sector privado venezolano y en disparar el desempleo. Chávez anunció que no habría ni un solo dólar para “los golpistas, fascistas y huelguistas” que se oponen a su gobierno. Tampoco hay dólares para la importación de papel prensa y quien compra dólares en el mercado negro está amenazado de cárcel. Esto sería evidentemente trágico en cualquier parte del mundo, pero en Venezuela es mucho peor porque esa nación petrolera depende de la importación del 60% de lo que consume: alimentos, medicinas, repuestos, materias primas, etc.

Para mantenerse en el poder, Chávez está empobreciendo dramáticamente a los venezolanos y haciéndolos pasar hambre. Lo mismo que en Cuba a lo largo de 44 años, quien tiene hambre no puede pensar en otra cosa que conseguir alimentos.

La seguridad personal de Chávez ha sido encomendada a agentes cubanos y el servicio de inteligencia cubano estableció su base de operación en el palacio presidencial de Miraflores, desde donde operan generales cubanos como Rogelio García. Al mismo tiempo, oficiales venezolanos son enviados a Cuba para recibir entrenamiento y adoctrinamiento.

Cubanos están apareciendo en oficinas del gobierno por toda Venezuela, como también en las escuelas, hospitales, en la industria petrolera y en el campo. La empresa cubana Alimport está encargada de las importaciones de alimentos, mientras que las compañías importadoras tradicionales no tienen acceso a dólares ni pueden suplir de materias primas a la industria de productos alimenticios. Esto empeora el desempleo y la clase media venezolana ahora forma parte del 85% de venezolanos pobres. Los nuevos ricos son chavistas que meten la mano en el presupuesto nacional sin ningún control ni transparencia.

El presidente John Kennedy abandonó a los cubanos, pero yo pienso que el presidente George W. Bush no abandonará a los venezolanos ni permitirá que Venezuela se convierta en una colonia de Cuba comunista.

Emma Brossard es autora del libro Power and Petroleum: Venezuela and Cuba (2001) y fue asesora de la presidencia de PDVSA (1985-1994).


Cortesia de Pedro Martori

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