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EL 10 DE OCTUBRE


El Diez de Octubre de 1868 es fecha patriótica que los cubanos siempre recordamos como el inicio de la campaña, ya de tipo militar, que culminó los varios y heroícos esfuerzos anteriores para obtener la separación de la metrópoli española.

Pero perece no advertirse mucho que ochenta años después, fue que se dió en Cuba el ejemplo al mundo de obtenerse una jornada que podría calificarse de más gloriosa que la que cuatro años antes calificara como tal, Eddy Chibás.

En efecto, a los cuarenta y seis años de inaugurada la República, y de sufrir en su desarrollo muchas adversidades, sobre todo en las trasmisiones normales del Poder en que se olvidaban las prédicas de Martí, se produjo en Cuba un caso raro de encontrarse otro igual en la desventurada historia de la que el Apóstol denominara "Nuestra América", para darle una característica propia a los pueblos de la parte Sur del Continente americano. En ese año de 1948, al que me refiero, se daba, repito, algo de excepcional relevancia en la historia de los comicios nacionales, o séase, que el candidato triunfante en los comicios de ese año, el Dr. Carlos Prío Socarrás, lo era por el mismo Partido a que pertenecía el Presidente que cesaba, el Dr. Ramón Grau San Martín.

Aquel fue un hecho histórico, fuera del curso normal anterior del proceso republicano, pues si bien antes, en 1912, por ejemplo, el General Mario G. Menocal fue el electo Presidente, él no pertenecía al partido Liberal, vencido en la contienda y que ocupaba el poder; luego siguió a Menocal el Dr. Alfredo Zayas al que pudo tenerse como triunfante dentro de la coalición gobernante ganadora; pero que, en verdad, era entonces uno de los más destacados miembros del Partido Liberal, vencido en la contienda anterior y producto, finalmente, de esa coalición mantenida por el gobierno, y favorecida de modo evidente por las faltas cometidas en el proceso comicial que su oponente, el ex-Presidente José M. Gómez, fuera a impugnar a los Estados Unidos, donde falleciera mientras trataba de "pedir justicia".

Con Zayas en la presidencia, ganó Machado, líder del Partido Liberal, pero candidato también de otra coalición; pero en la cual la porción del Partido en el gobierno, el Popular del Presidente Zayas, era menor que la del Partido Liberal, que apoyó al triunfador.

Es decir, que siempre hubo en esos comicios con ciertos visos de normalidad, el hecho de que el Partido que ganaba, era uno opuesto al que tradicionalmente ocupaba el Poder y eso hacía que tales comicios fueran admitidos como "buenos", con más o menos razón.

Y no seguimos con ejemplos intermedios, pues la elección de Miguel Mariano Gómez, en el 36, y la de Batista cuatro años después, fueron ambas contiendas anormales: la primera, con una legislación especial (a la medida) y la segunda, con otra más anormal aún, aunque vestida con resgos de solemnidad, o sea, con el "Acuerdo de las Magistraturas" con un procedimente de excepción que, como enmienda-, procedio a la vigencia de la Constitución del 40, no dictada aún, otra de las anomalías de nuestros frustrados intentos constitucionales.

En 1944, ya en pleno vigor el nuevo texto fundamental, éste dió lugar a la ya citada "jornada gloriosa"; pero, con la que se repetía el ciclo de un adversario político, en esa ocasión del Presidente Batista, como si tratara de buscarse con esa muestra el perdón de las muchas, faltas anteriores. Más, en tal jornada, no hay que recordarlo, el triunfante lo fue el Dr. Ramón Grau San Martín , que volvía al gobierno como el único gobernante provisional que ganaba posteriormente una elección y retornaba al Poder en unos comicios inobjetables y que luego, independientemente de ser su período de gobierno el más combatido por una oposicion que iba más alla de su papel de tal en un sistema democrático de gobierno, veía triunfar al candidato de su mismo Partido, el Dr. Carlos Prío Socarrás, dandose así el hecho, ya indicado antes, de que fuera ese el único caso, en nuestra confusa historia republicana, que tal elección no mereciera la calificación que siempre los que perdían le daban a los comicios en que no obtenían el triunfo,

Y es bueno recordar, además, que fue así que por primera vez (y última, desgraciadamente) en que el mandatario en funciones no fue acusado de fraude electoral, ni de la presión para imponer el triunfo del candidato de su Partido; de modo, que al despedirse de la presidencia podía haber alardeado Grau de que su demora en volver al Poder se había debido a su deseo de hacerlo mediante el legítimo voto popular y de trasmitirlo en igual forma.

Después, la historia volvió a su curso y hoy sólo podemos rememorar al Dante cuando pronunciara su célebre frase: "No hay mayor dolor que recordarse del placer perdido en nuestra actual miseria".

FIN


Antonio Lancís

Octubre 1987
El Autentico
Publicación del PRC (A)


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